El ángulo noreste de esta arista, que fue conocida inicialmente con el nombre de don Martín Chavarría o Echeverría, tuvo su sede la “Sociedad de Economía y Amigos del País”, ordenaba por el rey Carlos III, como una forma de impulsar la explotación y comercialización de sus colonias hispanoamericanas. En 1811, en ese lugar, se instaló, la “Sociedad Patriótica”, factor decisivo en el establecimiento de la República de Venezuela. En tal ocasión, resonaron en sus paredes los exaltados discursos de sus miembros, figuras como: Miranda, Bolívar, Antonio Muñoz Tébar, Francisco Espejo, los hermanos Salías, Vicente Tejera, Coto Paul, entre otros. Discutían contra las incertidumbres de los Representantes al Congreso y exigían la declaración de la independencia.
Diversos autores describen la mansión con amplio portalón, puerta de madera oscura claveteada, zaguán, corredores enladrillados, elegantes pilares y hermoso jardín le adornaban. Desde esta casona, algunos congresistas palpaban que la “Sociedad Patriótica” trataba de convertirse en otro cuerpo deliberante, entre los revolucionarios, Bolívar, al percatarse de la situación, exclama:
“…¡Que los grandes proyectos deben prepararse en calma! Trescientos años de calma ¿no bastan? La Junta Patriótica respeta, como debe, al Congreso de la Nación, pero el Congreso debe oír a la Junta Patriótica, centro de luces y todos los intereses revolucionarios. Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad suramericana: vacilar es perdernos”.
Luego del estremecedor discurso en esta casa libertaria, del joven Bolívar; la comisión patriótica salió, a través de sus puertas, exigiendo autonomía, sin embargo, los acontecimientos que suscitarían por todos conocidos seria de guerra y desolación para Venezuela. Diez años después, como lo destaca el historiador venezolano Hebert López le corresponderá al Libertador, Simón Bolívar, quien acampando en la llanura de Taguanes y después del toque de diana, de aquel 24 de junio de 1821, día de San Juan, emprende su inmortal marcha hacía la memoria imperecedera de los tiempos.
Esta esquina, es el lugar, donde se inician los sucesos que permitieron la independencia de Venezuela, convirtiéndose así en una Estado soberano. Repercutiendo favorablemente en las ofensivas de liberación que se llevaría a cabo en la América Meridional. Bolívar después de conducir al ejército libertador por los confines de Nueva Granada, Quito, Perú y el Alto Perú regresa victorioso, en 1827, a su ciudad natal, Caracas. Hospedándose por última vez, en su casa de las Gradillas que quedaba a una cuadra de la esquina de Sociedad; despidiéndose de su terruño un 4 de julio para marchar a Bogotá; y regresará en 1842, cuando sus restos mortales son trasladados desde Santa Marta, en cumplimiento de su última voluntad testamentaria; y velados en la esquina que atesora el templo de San Francisco.
La casa de Sociedad, de amplias rejas y hermosos corredores con jardines, fue por muchos años morada familiar, luego adecuada como almacén de víveres… hasta que fue demolida para dar paso a un edificio con fines comerciales. La casona que reunió a la “Sociedad Patriótica”, ¡no existe! Solo, unos históricos ecos de las arengas del “Padre de la Patria” reclamando ¡Libertad! Nos recuerda que así fue bautizada esta arista desde los días delirantes de la independencia.
Desde esta columna queremos enviarles un fraternal saludo al Ejercito Bolivariano, digno heredero de las glorias de nuestros Libertadores en sus 190º Aniversario de la “Batalla de Carabobo”.
Esquina de Sociedad hacia 1867.
De Sociedad a Gradillas (1893)
En la actualidad solo el eco histórico nos recuerda la Sociedad Patriótica, de allí su nombre.