Debe su nombre
al Doctor Miguel Muñoz y Aguado, quien ocupaba el cargo de Examinador Sinodal
del Obispado Provisor en 1747, según el cronista Blas José Terreno, era un
hombre desalmado. Fue precisamente el Dr. Muñoz quien, en virtud de Real Cedula
de Carlos III, fechada en San Lorenzo del Escorial el 2 de noviembre de 1773,
firmó el edicto del 6 de julio de 1774 que limitaba el derecho de asilo de los
reos a las iglesias Altagracia y San Pablo, entre otros sitios, la casa solar
de los Arquinzones, en la actual esquina de Maturín.
La esquina de
Muñoz, tuvo una pila de agua desde 1786, Don Juan José de Landaeta, músico, a
quien se le atribuye la composición de la canción patriótica “Gloria al Bravo
Pueblo”, había pedido que, en vista de
hallarse las aguas del Caroata infectadas “con las bascosidades que arrogaban
las carnicerías adyacentes y no serle posible servirse de dicha agua”, se le
concediese una pulgada de este elemento
para una alcantarilla en la medición de la calle que corre de la esquina del
Doctor Miguel Muñoz para Carguata y en un solar que ha ofrecido uno de los
vecinos. Estos, por su parte, han reunido una contribución que alcanza a 167
pesos con 6 reales.
El Ayuntamiento
acuerda el permiso, pero declara que no puede contribuir a la obra “por
encontrarse la ciudad en gran manera empeñada”, aunque promete hacerlo más
adelante. Animado el vecindario procedió a iniciar la obra de la concesión de
agua para la esquina. El 26 de junio de 1786, ya estaba construida la
alcantarilla, reuniendo 500 ladrillos gruesos y 400 delgados, 10 cargas de
lajas y los conductos para toda la represa. En vista del adelanto de la
construcción las autoridades del cabildo aportaron 200 pesos para la
culminación de la obra.
La fuente
ostentaba el “León de Caracas”, con el aspecto de un doctor teologal de la Real
y Pontificia Universidad o de algún comisario del Santo Oficio de la
inquisición– comenta el cronista Enrique Bernardo Núñez- , acaso el mismo
doctor Muñoz y Aguado, cuyos ganados pastaban al pie del camino a La Guaira y
junto al humilladero del Calvario. La historia de Caracas tiene en la portada
ese león coronado, indomable pardo en campo de plata que lleva en los brazos la
venerada cruz de Santiago, según real cédula expedida por Felipe II, en 1591.
Documento que, como tantos otros, se han perdido. El fray José de Fuentes,
utilizando una expresión del “Libro de los Jueces” de la Sagrada Biblia,
comentó con respecto al enigma que Sansón propone a sus compañeros en un festín
de bodas: “Del devorador salió manjar y del fuerte salió dulzura”. Porque en la
boca del león, al que dio muerte, halló luego Sansón un panal de miel, el cual
comió en unión de sus padres.
Felipe II, ratificó
que se utilizara la figura del león en
todas las ordenanzas para el oficio del fiel ejecutor, las autoridades establecidas en Caracas, utilizaban un sello
con la imagen del fiero ilustrado y las
armas de la ciudad, para sellar con él todas las cosas que se hubieren de
vender.
En 1789, el
presbítero Juan de Acosta solicitó una paja de agua, entendiéndose ésta, como la
dotación de 750 litros diarios, del preciado líquido para su casa, en la
esquina del doctor Muñoz, con la pensión de dos reales anuales para los propios
de la ciudad, agua que sería tomada de la alcantarilla inmediata a mencionada
esquina. En 1850, la fuente de Muñoz fue trasladada “a la siguiente cuadra en
dirección al Caroata”, para tener una referencia hoy en día, de la esquina de “Solís
a Caño Amarillo”, ya que los vecinos comenzaron a quejarse de que el sitio era
“un lodazal fétido”, y obstaculizaba el paso de los transeúntes.
La fuente desmontada
en 1942 y colocada en el patio de la residencia de Don Felipe Llaguno, cuando
mencionada casona fue acondicionada como Museo de Arte Colonial, inaugurada el 16 de diciembre de ese año, con
motivo del Centenario del traslado de los restos del Libertador a su ciudad
natal, en cumplimiento de su voluntad. En la restauración de la mansión
colaboraron, Carlos Manuel Müller, Vicente Lecuna, Carlos Raúl Villanueva,
entre otras personalidades. Lamentablemente demolida la casa, para dar paso a
la avenida Urdaneta; la fontana fue traslada a la Hacienda del Márquez del
Toro, conocida como “Quinta de Anauco”, donde aún se conserva.
Vestigios de la Fuente de Muñoz, cuando se hallaba de Solis a Caño Amarillo- 1940 |
Es curioso que los caraqueños siempre han llamado a la esquina de Muñoz
y no del Doctor Muñoz, como lo han hecho con las esquinas de los doctores: Díaz,
Paúl o González. Tal vez se deba a que el mencionado erudito, no fue un hombre
que gozo de simpatía entre sus vecinos, producto de su mal carácter.