martes, 25 de julio de 2017

450 años de la Fundación de Caracas


Refieren los historiadores y cronistas que el sitio que hoy conocemos con el nombre de “La Torre”, en Caracas, Venezuela fue señalado en el plano de la ciudad por su fundador Diego de Losada para levantar una iglesia parroquial dedicada al apóstol Santiago. De allí se deriva el nombre de nuestra capital “Santiago de  León de Caracas”; Santiago para recordar la memoria del apóstol; León para  representar la autoridad española y de Caracas como alusión a los aguerridos aborígenes que  habitaban  los valles para aquella época.

En la obra de Nectario María, “Historia de la conquista y fundación de Caracas”, expone lo siguiente:

“Los españoles dieron indebidamente el nombre de indios Caracas a los que poblaban el centro de la Provincia de Venezuela, desde más allá de Valencia hasta Barlovento y Cabo Codera.
Los primeros europeos que se detuvieron en las costas de aquella región, oyeron de boca de los indios la palabra Caracas, con la cual designaban a una planta herbácea de largas hojas, parecida al bledo, que abundaba en la costa del litoral desde La Guaira hasta la región hoy denominada Los Caracas. Esto bastó para que dieran nombre a todos los aborígenes de aquellas tierras y provincia”.

Ahora bien, escenario de importantes acontecimientos de nuestra vida pública, corresponde a la antigua Plaza Mayor, sitio elegido aquel 25 de julio de 1567, día de Santiago Apóstol, por el capitán Diego de Losada, acompañado de su Alférez Mayor Gabriel Ávila para establecer la nueva ciudad con aproximadamente 160 hombres y mujeres, así lo señala el historiador Nectario María y haciendo una cruz señalaría el lugar donde se construiría la iglesia según el naciente del sol y el norte, a sus alrededores el  Ayuntamiento, la casa de arma o cuartel de la Guardia, la morada del Gobernador o Capitán General.

Plaza Mayor de Caracas antes de 1866


Es así como la esquina de la Torre es protagonista de la fundación de la ciudad de la eterna primavera y debe su nombre a la Atalaya de dicha Catedral, la cual aparece por los años de 1665 a 1775, “Con 150 pies de altura y 10 campanas muy sonoras”. Fue construida por el maestro de carpintería Juan de Medina. Y ha sido víctima de varios sacudimientos telúricos; uno de ellos ocurrido en 1766 conocido como el terremoto de Santa Úrsula; la derribó casi en  su totalidad.
Nuevamente sufre los embates del terremoto del  26 de marzo de  1812,  jueves santo que devastó a la Capital;   inclinando la torre hacia el noroeste y partiendo su primer cuerpo de arriba  abajo; volviendo a su centro de gravedad con el sacudimiento del 4 de abril  del mismo año.

De manera asombrosa ha resistido las agresiones de la naturaleza… desde su construcción; siendo la edificación con mayor altura en la época colonial, tal vez de allí, su histórico nombre y la costumbre de los transeúntes de santiguarse apresuradamente, cuando pasan por el sitio; como símbolo de respeto al santísimo sacramento del altar; inmemoriales tradiciones que aún persisten,  hoy en día.

Esquina de la Torre antes de construirse la Plaza Bolivar de Caracas, siglo XIX.


Los cronistas reseñan también que cuando Juan Francisco de León  llegó a Caracas con su movimiento precursor independentista,  en contra  de la Compañía Guipuzcoana, acampo con su gente en la plaza mayor, hoy plaza Bolívar e hizo que aquella noche del 20 de Abril de 1749, dejasen las armas en la pared de la esquina de la Torre  a  Gradillas.

De sus puertas salió el presbítero Juan Vicente Echeverría que, después de entregar a José María España  a las autoridades realistas para que lo mataran;  lloró sobre sus cadáveres en celebre oración.

No obstante, para 1810 en ella le fue arrebatado el bastón de mando al gobernador español Vicente Emparan por el patriota Francisco Salías generándose todos los subsiguientes acontecimientos que conllevaron a la declaratoria de la independencia de Venezuela.

Corona la Torre una estatua de bronce que representa la Fe, instalada allí en 1770. Moldeada por Don Juan Pedro López, abuelo de Andrés Bello, quien también la pintó y doró.  De igual manera la decoran cuatro relojes: el primero en 1732, traído por el obispo Valverde; reemplazado 1778 por uno que debía marcar la hora del nacimiento del Libertador; el tercer reloj, colocado por monseñor  Guevara y Lira; el que luce actualmente fue  construido en Londres por J.R. Lozada e instalado en 1888, bajo la presidencia del Dr. Juan Pablo Rojas Paúl; posee un carrillón de once campanas y mecanismos para tocar siete composiciones musicales, entre ellas el “Gloria al Bravo Pueblo”. Anuncia el tiempo cada cuarto de hora, con el sonido del “Big Ben” del parlamento de Londres.

Esta esquina de la Torre con su célebre reloj marca la vida de los caraqueños y de los foráneos que habitan este hermoso valle;  sus campanas van dejando mensajes que animan los corazones  de los caminantes. Tradición que evoca a la ciudad de la eterna primavera, en sus 450 años de Fundación. 

Cabe resaltar que Caracas fue una  de las ultimas fundaciones  españolas  de tierra firme, su apelativo  se impuso por sobre la reciente tradición de fe y ocupo puesto principal entre las poblaciones y sus ejecutorias marcaron rutas a las demás provincias largo tiempo establecidas ya.

Cautivante tema  para acuciosos historiadores y cronistas este de determinar que providencia condujeron a Caracas a prevalecer sobre todas las otras ciudades y provincias.

Hoy a tus 450 años de fundada, Amada Caracas, queremos  pasear por tus calles empedradas que recuerdan, casas de  barro y tejas, aromas, fuegos, arboles, ríos, quebradas, pájaros, y neblina. Bordar tu nombre y consagrarte de nuevo a la Virgen María, y reafirmar que eres desde tiempos inmemorables una ciudad Mariana, que bendices a todos los nacidos en esta tierra de gracia, dentro y fuera de nuestro suelo patrio. Eres la puerta de entrada a un continente, eres ejemplar, tu plaza mayor, fue el sitio predilecto de los conquistadores, en los días de Garci Gonzále de Silva, cuando el espíritu de la época celebraba a los patronos de la ciudad con fiestas religiosas que concluían por la tardes con corrida de toros y festín con asistencia de las autoridades de la ciudad, con sus vestidos de gala, a la usanza de la época.

En esta plaza se dieron las primeras funciones de teatro improvisado, donde se celebraron con aplausos  la ascensión de Felipe III al trono de España a principios del siglo décimo séptimo. En esta plaza estuvo el banquillo de los primeros ajusticiados, que, acompañados de frailes, fueron conducidos al añido funeral de las campanas de los templos, en esa plaza nacieron los partidos políticos de Caracas,  se celebraron las juras de Fernando VI, Carlos II, Carlos III, Carlos IV, por los Alférez reales. Es también testigo en 1806 de la hoguera que consumió el retrato del Generalísimo Francisco de Miranda, junto con las proclamas y la bandera de Colombia, pero a los pocos años se efectuó la jura  de Fernando VII (1808), y el triunfo del pueblo ante los sucesos del 19 de abril de 1810, y el primer aniversario en el año 1811 donde el propio Miranda era protagonista del hecho.

La plaza Mayor de Caracas, nuevamente es testigo del dolor, las familias caraqueñas lloraron, cuando la ciudad fue reducida a escombros la noche fatídica del 26 de marzo de 1812 e iluminada con la hoguera entre rezos en latín. Un año después el pueblo capitalino recibe triunfante en ese mismo lugar al Libertador, Bolívar luego de la campaña Admirable  entre repique de tambores, estandartes y  rosas que lanzaban desde los balcones las damas mas bellas de la villa, también abrigo el corazón de Girardot conducido en triunfo desde Valencia.

Don Arístides Rojas, en su Anuario de Rojas Hermanos, en el año de 1884, nos señala lo siguiente: “ Todo a pasado, vencedores y vencidos, victimas y victimarios, alegrías y dolores, desaparecieron las fuentes que bañaron tanta sangre derramada, desaparecieron los arcos bajo los cuales pasan los condenados a muerte, desaparecieron los portales y tiendas construidos por el brigadier Ricardos, y desaparecieron piedras, barandas, y rebajado fue el terreno, y comenzó el árbol a prosperar, poblóse el parque, y un solo hombre de cuantos habían figurado en este recinto, desde los días de su fundación de Caracas, quedó: Bolívar, que a caballo saluda a los hombres de 1810, que desde el balcón del antiguo Ayuntamiento, la contemplan en su ascensión a los Andes, de Norte a Sur”. 

Caracas, esta de aniversario son 450 años de fundada, con recuerdos ingratos y tiempos actuales turbulentos, una vez más nuestro padre el Libertador, Simón Bolívar se desprende del sepulcro y nos recuerda que los partidos no han cesado, que la unión no esta consolidada, y que no puede bajar tranquilo al sepulcro; los nuncios de paz no sonríen como en otros tiempos en la ciudad de la eterna primavera. Hacemos un llamado a la esperanza para que nos visite queremos contarle historias, queremos sincerarnos para que a través del respeto, nos contagie con un espíritu conciliador de justicia y paz.

Bien  por esas almas que nos regalaron canciones convertidas en poemas para Caracas, como es el caso del maestro Luis María Frómeta Pereira, (nombre artístico Billo Frómeta) dedicadas a los que estamos, a los que se fueron y por los que regresaran:

         Para cantarte a ti puse al arpa
         Todas las cuerdas de oro
         Para cantarte a ti mi garganta
         Recogió un ruiseñor
         Para cantarte a ti mi Caracas
         Le he pedido al poeta
         Que le ponga a mi verso
         Toda su inspiración
         Y es que yo quiero tanto a mi Caracas
         Que mientras viva no podré olvidar
         Sus cerros, sus techos rojos, su lindo cielo
         Las flores de mil colores de Galipán
         Y es que yo quiero tanto a mi Caracas
         Que solo pido a dios cuando yo muera
         En vez de una oración sobre mi tumba
         El ultimo compás de alma llanera.

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MSc. Mitsy Bornia Moncada
Periodista-Prof. Universitario.
Caracas, 25 de julio de 2017


Bibliografía

Arístides Rojas, Anuario de Rojas Hermanos. Caracas, 1884, p-148-150.

Armas Chity, J.A, Caracas habla en Documentos (1568-1888), Caracas, 1979.

Clemente Travieso, Carmen. Las Esquinas de Caracas. Caracas.: Editorial Ancora, 1956.

Key Ayala, Santiago. Los nombres de las Esquinas de Caracas. Caracas. Imprenta Bolívar. 1926.


Nectario María, Hermano. Historia de la Conquista y Fundación de Caracas. Caracas. Ediciones del Cuatricentenario, 1966.

Núñez, Enrique Bernardo. La ciudad de los techos rojos. Cuarta Edición. Caracas. Consejo Municipal del Distrito Federal, 1973.

Valery S, Rafael. La Nomenclatura Caraqueña. Ernesto Armitano Editor. 1978.