Refieren los historiadores y cronistas que el sitio que
hoy conocemos con el nombre de “La Torre”, en Caracas, Venezuela fue señalado
en el plano de la ciudad por su fundador Diego de Losada para levantar una
iglesia parroquial dedicada al apóstol Santiago. De allí se deriva el nombre de
nuestra capital “Santiago de León de Caracas”; Santiago
para recordar la memoria del apóstol; León para representar la autoridad
española y de Caracas como alusión a los aguerridos aborígenes que
habitaban los valles para aquella época.
En la obra de
Nectario María, “Historia de la
conquista y fundación de Caracas”, expone lo siguiente:
“Los españoles dieron indebidamente el
nombre de indios Caracas a los que poblaban el centro de la Provincia de
Venezuela, desde más allá de Valencia hasta Barlovento y Cabo Codera.
Los primeros europeos que se detuvieron
en las costas de aquella región, oyeron de boca de los indios la palabra
Caracas, con la cual designaban a una planta herbácea de largas hojas, parecida
al bledo, que abundaba en la costa del litoral desde La Guaira hasta la región
hoy denominada Los Caracas. Esto bastó para que dieran nombre a todos los
aborígenes de aquellas tierras y provincia”.
Ahora bien, escenario de importantes acontecimientos de
nuestra vida pública, corresponde a la antigua Plaza Mayor, sitio elegido aquel
25 de julio de 1567, día de Santiago Apóstol, por el capitán Diego de Losada,
acompañado de su Alférez Mayor Gabriel Ávila para establecer la nueva ciudad
con aproximadamente 160 hombres y mujeres, así lo señala el historiador
Nectario María y haciendo una cruz señalaría el lugar donde se construiría la
iglesia según el naciente del sol y el norte, a sus alrededores el Ayuntamiento, la casa de arma o cuartel de la
Guardia, la morada del Gobernador o Capitán General.
Plaza Mayor de Caracas antes de 1866 |
Es así como la esquina de la Torre es protagonista de la fundación de la
ciudad de la eterna primavera y debe su nombre a la Atalaya de dicha Catedral,
la cual aparece por los años de 1665 a 1775, “Con 150 pies de altura y 10
campanas muy sonoras”. Fue construida por el maestro de carpintería Juan de
Medina. Y ha sido víctima de varios sacudimientos telúricos; uno de ellos
ocurrido en 1766 conocido como el terremoto de Santa Úrsula; la derribó casi
en su totalidad.
Nuevamente sufre los embates del terremoto del 26
de marzo de 1812, jueves santo que devastó a la Capital;
inclinando la torre hacia el noroeste y partiendo su primer cuerpo de
arriba abajo; volviendo a su centro de gravedad con el sacudimiento del 4
de abril del mismo año.
De manera asombrosa ha resistido las agresiones de la
naturaleza… desde su construcción; siendo la edificación con mayor altura en la
época colonial, tal vez de allí, su histórico nombre y la costumbre de los
transeúntes de santiguarse apresuradamente, cuando pasan por el sitio; como
símbolo de respeto al santísimo sacramento del altar; inmemoriales tradiciones
que aún persisten, hoy en día.
Esquina de la Torre antes de construirse la Plaza Bolivar de Caracas, siglo XIX. |
Los cronistas reseñan también que cuando Juan Francisco
de León llegó a Caracas con su movimiento precursor independentista,
en contra de la Compañía Guipuzcoana, acampo con su gente en la
plaza mayor, hoy plaza Bolívar e hizo que aquella noche del 20 de Abril de
1749, dejasen las armas en la pared de la esquina de la Torre a
Gradillas.
De sus puertas salió el presbítero Juan Vicente
Echeverría que, después de entregar a José María España a las autoridades
realistas para que lo mataran; lloró sobre sus cadáveres en celebre
oración.
No obstante, para 1810 en ella le fue arrebatado el
bastón de mando al gobernador español Vicente Emparan por el patriota Francisco
Salías generándose todos los subsiguientes acontecimientos que conllevaron a la
declaratoria de la independencia de Venezuela.
Corona la Torre una estatua de bronce que representa la
Fe, instalada allí en 1770. Moldeada por Don Juan Pedro López, abuelo de Andrés
Bello, quien también la pintó y doró. De igual manera la decoran cuatro
relojes: el primero en 1732, traído por el obispo Valverde; reemplazado 1778
por uno que debía marcar la hora del nacimiento del Libertador; el tercer
reloj, colocado por monseñor Guevara y Lira; el que luce actualmente fue
construido en Londres por J.R. Lozada e instalado en 1888, bajo la
presidencia del Dr. Juan Pablo Rojas Paúl; posee un carrillón de once campanas
y mecanismos para tocar siete composiciones musicales, entre ellas el “Gloria
al Bravo Pueblo”. Anuncia el tiempo cada cuarto de hora, con el sonido del “Big
Ben” del parlamento de Londres.
Esta esquina de la Torre con su célebre
reloj marca la vida de los caraqueños y de los foráneos que habitan este
hermoso valle; sus campanas van dejando mensajes que animan los
corazones de los caminantes. Tradición que evoca a la ciudad de la eterna
primavera, en sus 450 años de Fundación.
Cabe resaltar que Caracas fue una de las ultimas fundaciones españolas
de tierra firme, su apelativo se
impuso por sobre la reciente tradición de fe y ocupo puesto principal entre las
poblaciones y sus ejecutorias marcaron rutas a las demás provincias largo
tiempo establecidas ya.
Cautivante
tema para acuciosos historiadores y
cronistas este de determinar que providencia condujeron a Caracas a prevalecer
sobre todas las otras ciudades y provincias.
Hoy a tus 450
años de fundada, Amada Caracas, queremos pasear por tus calles empedradas que recuerdan,
casas de barro y tejas, aromas, fuegos,
arboles, ríos, quebradas, pájaros, y neblina. Bordar tu nombre y consagrarte de
nuevo a la Virgen María, y reafirmar que eres desde tiempos inmemorables una
ciudad Mariana, que bendices a todos los nacidos en esta tierra de gracia,
dentro y fuera de nuestro suelo patrio. Eres la puerta de entrada a un
continente, eres ejemplar, tu plaza mayor, fue el sitio predilecto de los
conquistadores, en los días de Garci Gonzále de Silva, cuando el espíritu de la
época celebraba a los patronos de la ciudad con fiestas religiosas que
concluían por la tardes con corrida de toros y festín con asistencia de las
autoridades de la ciudad, con sus vestidos de gala, a la usanza de la época.
En esta plaza
se dieron las primeras funciones de teatro improvisado, donde se celebraron con
aplausos la ascensión de Felipe III al
trono de España a principios del siglo décimo séptimo. En esta plaza estuvo el
banquillo de los primeros ajusticiados, que, acompañados de frailes, fueron
conducidos al añido funeral de las campanas de los templos, en esa plaza nacieron
los partidos políticos de Caracas, se celebraron
las juras de Fernando VI, Carlos II, Carlos III, Carlos IV, por los Alférez
reales. Es también testigo en 1806 de la hoguera que consumió el retrato del
Generalísimo Francisco de Miranda, junto con las proclamas y la bandera de Colombia,
pero a los pocos años se efectuó la jura
de Fernando VII (1808), y el triunfo del pueblo ante los sucesos del 19
de abril de 1810, y el primer aniversario en el año 1811 donde el propio
Miranda era protagonista del hecho.
La plaza Mayor
de Caracas, nuevamente es testigo del dolor, las familias caraqueñas lloraron,
cuando la ciudad fue reducida a escombros la noche fatídica del 26 de marzo de
1812 e iluminada con la hoguera entre rezos en latín. Un año después el pueblo
capitalino recibe triunfante en ese mismo lugar al Libertador, Bolívar luego de
la campaña Admirable entre repique de
tambores, estandartes y rosas que
lanzaban desde los balcones las damas mas bellas de la villa, también abrigo el
corazón de Girardot conducido en triunfo desde Valencia.
Don Arístides
Rojas, en su Anuario de Rojas Hermanos, en el año de 1884, nos señala lo
siguiente: “ Todo a pasado, vencedores y vencidos, victimas y victimarios,
alegrías y dolores, desaparecieron las fuentes que bañaron tanta sangre
derramada, desaparecieron los arcos bajo los cuales pasan los condenados a
muerte, desaparecieron los portales y tiendas construidos por el brigadier
Ricardos, y desaparecieron piedras, barandas, y rebajado fue el terreno, y
comenzó el árbol a prosperar, poblóse el parque, y un solo hombre de cuantos
habían figurado en este recinto, desde los días de su fundación de Caracas,
quedó: Bolívar, que a caballo saluda a los hombres de 1810, que desde el balcón
del antiguo Ayuntamiento, la contemplan en su ascensión a los Andes, de Norte a
Sur”.
Caracas, esta
de aniversario son 450 años de fundada, con recuerdos ingratos y tiempos
actuales turbulentos, una vez más
nuestro padre el Libertador, Simón Bolívar se desprende del sepulcro y nos
recuerda que los partidos no han cesado, que la unión no esta consolidada, y
que no puede bajar tranquilo al sepulcro; los nuncios de paz no sonríen como en
otros tiempos en la ciudad de la eterna primavera. Hacemos un llamado a la
esperanza para que nos visite queremos contarle historias, queremos sincerarnos
para que a través del respeto, nos contagie con un espíritu conciliador de
justicia y paz.
Bien por esas almas que nos regalaron canciones
convertidas en poemas para Caracas, como es el caso del maestro Luis María Frómeta Pereira, (nombre artístico Billo Frómeta) dedicadas a los
que estamos, a los que se fueron y por los que regresaran:
Para
cantarte a ti puse al arpa
Todas
las cuerdas de oro
Para
cantarte a ti mi garganta
Recogió
un ruiseñor
Para
cantarte a ti mi Caracas
Le
he pedido al poeta
Que
le ponga a mi verso
Toda
su inspiración
Y
es que yo quiero tanto a mi Caracas
Que
mientras viva no podré olvidar
Sus
cerros, sus techos rojos, su lindo cielo
Las
flores de mil colores de Galipán
Y
es que yo quiero tanto a mi Caracas
Que
solo pido a dios cuando yo muera
En
vez de una oración sobre mi tumba
El
ultimo compás de alma llanera.
_________________________
MSc. Mitsy Bornia Moncada
Periodista-Prof. Universitario.
Caracas, 25 de julio de 2017
Bibliografía
Arístides Rojas,
Anuario de Rojas Hermanos. Caracas, 1884, p-148-150.
Armas Chity, J.A,
Caracas habla en Documentos (1568-1888), Caracas, 1979.
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Nectario María, Hermano.
Historia de la Conquista y Fundación de Caracas. Caracas. Ediciones del
Cuatricentenario, 1966.
Núñez, Enrique
Bernardo. La ciudad de los techos rojos. Cuarta Edición. Caracas. Consejo
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