martes, 26 de julio de 2016


Fundación de Caracas y su relación con la Esquina de La Torre
MSc. Mitsy Bornia Moncada-Periodista

Refieren los historiadores y cronistas que el sitio que hoy conocemos con el nombre de “La Torre” fue señalado en el plano de la ciudad por su fundador Diego de Losada para levantar una iglesia parroquial dedicada al apóstol Santiago. De allí se deriva el nombre de nuestra capital “Santiago de  León de los Caracas”; Santiago para recordar la memoria del apóstol; León para  representar la autoridad española y de Caracas como alusión a los aguerridos aborígenes que  habitaban  los valles para aquella época.

En la obra de Nectario María, “Historia de la conquista y fundación de Caracas”, expone lo siguiente:

“Los españoles dieron indebidamente el nombre de indios Caracas a los que poblaban el centro de la Provincia de Venezuela, desde más allá de Valencia hasta Barlovento y Cabo Codera.
Los primeros europeos que se detuvieron en las costas de aquella región, oyeron de boca de los indios la palabra Caracas, con la cual designaban a una planta herbácea de largas hojas, parecida al bledo, que abundaba en la costa del litoral desde La Guaira hasta la región hoy denominada Los Caracas. Esto bastó para que dieran nombre a todos los aborígenes de aquellas tierras y provincia”.

Ahora bien, escenario de importantes acontecimientos de nuestra vida pública, corresponde a la antigua Plaza Mayor, sitio elegido aquel 25 de julio de 1567, día de Santiago Apóstol, por el capitán Diego de Losada, acompañado de su Alférez Mayor Gabriel Ávila para establecer la nueva ciudad con aproximadamente 160 hombres, así lo señala el historiador Nectario María y haciendo una cruz señalaría el lugar donde se construiría la iglesia según el naciente del sol y el norte, a sus alrededores el  Ayuntamiento, la casa de arma o cuartel de la Guardia, la morada del Gobernador o Capitán General.


Es así como la esquina de la Torre es protagonista de la fundación de la ciudad de la eterna primavera y debe su nombre a la Atalaya de dicha Catedral, la cual aparece por los años de 1665 a 1775, “Con 150 pies de altura y 10 campanas muy sonoras”. Fue construida por el maestro de carpintería Juan de Medina. Y ha sido víctima de varios sacudimientos telúricos; uno de ellos ocurrido en 1766 conocido como el terremoto de Santa Úrsula; la derribó casi en  su totalidad. Nuevamente sufre los embates del terremoto del  26 de marzo de  1812,  jueves santo que devastó a la Capital;   inclinando la torre hacia el noroeste y partiendo su primer cuerpo de arriba  abajo; volviendo a su centro de gravedad con el sacudimiento del 4 de abril  del mismo año.

De manera asombrosa ha resistido las agresiones de la naturaleza… desde su construcción; siendo la edificación con mayor altura en la época colonial, tal vez de allí… su histórico nombre y la costumbre de los transeúntes de santiguarse apresuradamente, cuando pasan por el sitio; como símbolo de respeto al santísimo; inmemoriales tradiciones que aún persisten,  hoy en día.

Los cronistas reseñan también que cuando Juan Francisco de León  llegó a Caracas con su movimiento precursor independentista,  en contra  de la Compañía Guipuzcoana, acampo con su gente en la plaza mayor, hoy plaza Bolívar e hizo que aquella noche del 20 de Abril de 1749, dejasen las armas en la pared de la esquina de la Torre  a  Gradillas.

Remodelación del mercado para dar paso a la actual Plaza Bolivar- Siglo  XIX. 


De sus puertas salió el presbítero Juan Vicente Echeverría que, después de entregar a José María España  a las autoridades realistas para que lo mataran;  lloró sobre sus cadáveres en celebre oración.

No obstante, para 1810 en ella le fue arrebatado el bastón de mando al gobernador español Vicente Emparan por el patriota Francisco Salías generándose todos los subsiguientes acontecimientos que conllevaron a la declaratoria de la independencia de Venezuela.

Corona la Torre una estatua de bronce que representa la Fe, instalada allí en 1770. Moldeada por Don Juan Pedro López, abuelo de Andrés Bello, quien también la pintó y doró.  De igual manera la decoran cuatro relojes: el primero en 1732, traído por el obispo Valverde; reemplazado 1778 por uno que debía marcar la hora del nacimiento del Libertador; el tercer reloj, colocado por monseñor  Guevara y Lira; el que luce actualmente fue  construido en Londres por J.R. Lozada e instalado en 1888, bajo la presidencia del Dr. Juan Pablo Rojas Paúl; posee un carrillón de once campanas y mecanismos para tocar siete composiciones musicales, entre ellas el “Gloria al Bravo Pueblo”. Anuncia el tiempo cada cuarto de hora, con el sonido del “Big Ben” del parlamento de Londres.

Esta esquina de la Torre con su célebre reloj marca la vida de los caraqueños y de los foráneos que habitan este hermoso valle;  sus campanas van dejando mensajes que animan los corazones  de los caminantes. Tradición que evoca a la ciudad de la eterna primavera, en sus 449 años de su Fundación. 

Cabe resaltar que Caracas fue una  de las ultimas fundaciones  españolas  de tierra firme, su apelativo  se impuso por sobre la reciente tradición de fe y ocupo puesto principal entre las poblaciones y sus ejecutorias marcaron rutas a las demás provincias largo tiempo establecidas ya.

Cautivante tema  para acuciosos historiadores y cronistas este de determinar que providencia condujeron a Caracas a prevalecer sobre todas las otras ciudades y provincias.

Hoy solo quiero regalarte un poco de mis investigaciones a ti Amada Caracas, hoy quiero pasear por tus calles empedradas que me recuerdan tanto a San Pedro del Rio, pueblito del Táchira, mi tierra y la de mis ancestros. Hoy quiero regalarte hilos de oros para bordar tu nombre y recordarle a todos los venezolanos y al mundo que Caracas es la ciudad capital de la América Meridional pues es la cuna del Libertador.

Por eso parafraseo para finalizar el poema hecho canción del maestro Luis María Frómeta Pereira, (nombre artístico Billo Frómeta) por los que estamos, por los que se fueron y por los que regresaran:

         Para cantarte a ti puse al arpa
         Todas las cuerdas de oro
         Para cantarte a ti mi garganta
         Recogió un ruiseñor
         Para cantarte a ti mi Caracas
         Le he pedido al poeta
         Que le ponga a mi verso
         Toda su inspiración
         Y es que yo quiero tanto a mi Caracas
         Que mientras viva no podré olvidar
         Sus cerros, sus techos rojos, su lindo cielo
         Las flores de mil colores de Galipán
         Y es que yo quiero tanto a mi Caracas
         Que solo pido a dios cuando yo muera
         En vez de una oración sobre mi tumba
         El ultimo compás de alma llanera.

martes, 12 de julio de 2016

TU VOZ a Mitsy Bornia, el día de su cumpleaños

TU VOZ
A Mitsy Bornia, el día de su cumpleaños


La rosa abrió sus pétalos,
la mariposa exhaló de amor la ceremonia,
mientras un colibrí en su vuelo espantó la mariposa.
La lluvia llevó sonidos a la inmensidad del sueño….

       Escucho tu sonido de voz en el recinto del salón donde los coros armonizaron las tonales presencias de sus sonatas y al fondo de los ventanales existe una espada de los caballeros templarios, mientras la luna desdibuja los contornos de la noche y sobre el piano como los siglos benditos de un poeta viajero está un libro viejo, al final un espejo que muestra tu rostro como si los azules se hiciesen misterios y los sonidos amores eternos. La manta de las ceremonias posee olor a bairrun y gotas frescas de roció transforman las formas de aquel lugar donde están los símbolos de tu consagración. En un lugar están los rostros y las verdades de la confraternidad. Más aun de la luz y el sagrario de dueños de las creaciones góticas. El libro es el guía de las memorias y en su vientre un triangulo describe las formas geométricas de los versos. Estas allí en cada hoja, en cada siglo.
       Entre el libro se guardaron los pétalos rojos aun de la rosa que llevamos al concierto, es tan roja su esencia que gritan los tiempos y de aromas se hace fragancia, encantos de tu hermosura. Pureza de una ceremonia sagrada oculta de amor en un lienzo. Entre los tiempos y el nacimiento de la bella luna con los mismos aromas de la doncella al torneo de los caballeros. Fueron las letras doradas y los emblemas quienes me mostraron aquel rostro entre las cartas de amor y la divinidad de su cielo.  Ahora me devuelvo y en el espejo un mar de sonidos se viste por dentro, lleva flores, violetas y un destellos de un girasol. Me devuelvo y entre la sonata de muchos siglos en el piano hay un concierto. Vuelan palomas, gotas de lluvia adivinan los  besos y miradas inmensas describen los sueños.
       Entonces tu mar, el mar de tu cuerpo se remonta en mármol como las noches de invierno, se graba de ancestros tan sublimes y tiernos como las notas de aquel pentagrama escrito en silencio en una noche muy lejos donde los dioses nos acompañaron para hablarnos del cielo y tu traje de verdes eternos, esmeraldas y blancos como una novia bendita cuando  regalabas de amor la eternidad de un beso. En la promesa de la luna y el esplendor de una estrella.
       Así lo entendí, allí en el silencio del salón de los recuerdos. El aroma muy viejo del madero del piano se convirtió en néctar de los pétalos de la rosa. Medité, en aquel silencio que deja el tiempo. Muchas memorias se guardaron y las palabras,  esencias se tornaron en vinos viejos y lagrimas, gota a gota como si de rocíos hubiese aprendido el candor de su rostro. En el lugar; el espejo me mostró aun burilados su nombre y en la silla de aquel recinto mágico estaba guardado el traje de la novia que un día vistió para llegar hasta la ceremonia que dejaron las versificaciones. Y se hizo catedral. Como el mármol, entre las ojivas donde un Dios arquitecto purificó las verdades. Inmensidad de la pureza del ser. Encantos de la vida…
       Los años han pasado, el libro se lo regalé un día a un amigo viajero, solo me quedé con los pétalos rojos de la rosa del invierno y una noche cuando me adentraba en mis colores, volví a recordarle en aquel acto del salón de los encantos. Recordé sus pies desnudos, si en su alcoba mirando las alegorías y sin preguntarme me narraba los ecos; quizás desde  Montmatre. Las horas del Sena, las noches contemplando las aguerridas gárgolas de Notre Dame o a los pintores a la orilla siempre del “Barrio Latino” con vestidos del azul, verdes, violetas y azucenas después de las despedidas. Lo entendí cuando  me habló de sus ancestros,  lo entendí aquella noche en el salón del Piano, entre pétalos de rosas y un libro viejo hacia la majestad verdadera de mis pensamientos. Aun sabiendo cuan lejana cantaba la canción de amor en los destellos benditos de la esperanza.
       Ahora me devuelvo y la aurora despierta al sol, mañana pintaré su corazón en el último lienzo…!Mientras las violetas destilaran el néctar de los tiempos¡ y sobre su manta volveré a dibujar la luna cuando de amor se abrió el aniversario con los aromas de la poesía con los encantos de su alma…
Volveré a pintar esta noche su rostro inmenso de maja sagrada… para el caballero de las armaduras entre la solemnidad de los años y la promesa descrita en el libro que se llevó el viajero poeta…
Escucho su sonido de voz. Porque mil aplausos abren la ceremonia de los sueños… por tus felicidades… por tu mundo eternidad de la flor… poetisa de las eternidades…
NESTOR MELANI OROZCO