Llamada así por una construcción de pequeños escalones o graditas requeridos durante los primeros trabajos de pavimentación de las calles de Caracas que contemplaba, dada su pendiente, una nivelación entre el piso de la plaza Mayor, hoy Plaza Bolívar, y demás calles circundantes.
Allí, al igual que en las esquinas, de Coliseo y de Sociedad, llegaban carretas y arreos con cargamentos de mercancías para ser ofrecidos a los capitalinos en el mercado de la plaza Mayor.
Según estudios, en el terreno, donde se encuentra el Palacio Arzobispal; estaría la casa del primer Bolívar llegado a Venezuela. Don Simón “El Viejo”, que vino de Santo Domingo, en 1589.
Para 1641, esta casa era propiedad de Bartolomé de Escoto; Deán del Cabildo Eclesiástico. El llamado terremoto de San Bernabé la dañó gravemente, y en 1661 fue reconstruida para residencia obispal. La morada fue vendida a Luis de Bolívar, encomendado de San Mateo, nieto de Don Simón, “El Mozo”, y bisabuelo del Libertador. En 1684, Don Luis la vendió de nuevo a la iglesia, desde entonces es Palacio Episcopal de Caracas.
En esta esquina diagonal a la Plaza Mayor existió una casona que lindaba “por el naciente con casas de Martin Xeres de Aristeguieta, por el poniente, calle real de por medio con el Palacio Episcopal. Por el norte calle real de por medio con la Catedral…” vivió, el presbítero doctor Juan Jerez Aristeguieta, quien a su muerte hizo donación del inmueble a un niño de nombre Simón Bolívar que, luego, la historia lo reconocería como el Libertador y padre de cinco naciones. Allí vivirá, hasta la muerte de su madre, acaecida en 1792. Entonces, se mudará con su abuelo Don Feliciano, entre las esquinas de Sociedad y Traposos.
También es celebre la esquina de Gradillas porque en salones adyacentes a la casa de los Bolívar estuvo situada la imprenta de Don Simón Bolívar, “El viejo”, y en la cual se elaboró y publicó el acta de la independencia del 5 de julio de 1811, así como los documentos referentes al primer congreso constituyente de la República.
En 1802, Bolívar se ubica con su esposa en la casa de las Gradillas, pero a los pocos meses, fallece María Teresa. Estando en su primer exilio en Curazao, Bolívar se entera de la confiscación de sus bienes, por parte de las autoridades realistas, entre ellos la casa de las Gradillas;
Durante la guerra de independencia, la casa es recuperada y vuelta a confiscar, hasta que en 1821 llega de nuevo el Libertador a Caracas. Luego se traslada a la nueva Granada, regresando en 1827, y se hospeda en su casa de las Gradillas. Es su última estancia en dicha casa, pues el 4 de julio sale para Bogotá; y regresará en 1842, cuando sus restos mortales son trasladados desde Santa Marta, en cumplimiento de su última voluntad testamentaria: “Quiero que mis restos reposen en Caracas, mi país natal”; y velados en la esquina que atesora el templo de San Francisco.
Hubo una época que dicha esquina se convirtió en el “rendez-vous” de la intelectualidad. Allí, se daban citas, sobre todo al mediodía y al caer la tarde, para discutir acerca de diversa temática y ofrecer sus obras.
Carmen Clemente Travieso en su obra “Las Esquinas de Caracas” asegura que “Gradillas” es el corazón de la ciudad. En mi humilde opinión la popular esquina de Gradillas, contentiva de tanta tradición caraqueña, es quizás la esquina más vinculada a la vida del Libertador Simón Bolívar.
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